Sin brujula, sin fútbol, sin nada.
El seleccionado de Sergio Batista sumó otro empate, esta vez en cero frente a Colombia en Santa Fe. Argentina jugó mal y mereció perder, por eso el plantel se fue envuelto en silbidos. 
Lo que se suponía. Los extremos pierden su función cuando tienen la pelota y no encuentran a a quien centrar, así como Messi no tiene con quien descargar conlos otros dos puntas jugando por las bandas. Ya no sierve preguntarse por Pastore, el partido terminó y por suerte fue cero a cero. Y es suerte por que Colombia mereció ganar. Sergio Romero fue la gran figura del partido tapando todos y cada uno de los tiros al arco de Falcao, Moreno y Teofilo Gutierrez.
Desde las tribunas bajaron insultos típicos del fútbol local, ese que estos jugadores abandonaron en busca de suntuosos sueldos, cánticos que cuando la albiceste juega en Buenos Aires no se escuchan. Esos gritos tenían un motivo, uno que pasa por lo demostrado dentro del campo, que fue nada. Un equipo que es suma de jugadores; que no tiene dirección ni dentro, ni fuera del cesped; que no genera juego aún ahogado por el resultado desfavorable y por eso suma otro empate, tan solo dos puntos en misma cantidad de partidos en esta Copa América.
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