Faltan solo seis minutos, la pelota cabeceada por Guillermo Burdisso descansa en el fondo del arco de Tigre, es el segundo gol de Arsenal, el del empate. Atrás queda la superioridad de Tigre, la expulsión de Cristian Campestrini, el tanto de Mariano Echeverría que había significado dar vuelta el resultado, el empate de Diego Morales de penal, la apertura del marcador por parte de Emilio Zelaya.Invade la memoria el penal que Campestrini le atajó al Chino Luna sobre el inicio del encuentro, el posterior remate en el travesaño y la insólita situación que despilfarró Román Martínez, solo de frente al arco.
Solo queda tiempo para que Ezequiel Maggiolo estrelle su cabezazo de pique al suelo en el larguero para ahogar el grito que hubiese valido tres puntos.
Y se abre la polémica ¿Era necesario un cambio? ¿Por qué no había otro delantero en el banco?
Lo cierto es que el Matador fue dos equipos, uno que dominó y arrinconó a su rival desde el inicio hasta la desventaja y otro desde ahí hasta el cierre de la etapa, donde no pudo encontrar la pelota. El primer Tigre recuperó esa identidad en el inicio del complemento, lo que le alcanzó para igualar y luego quebrar a su rival, hasta tener el bonus de finalizar los últimos 20 con un jugador más que su contrincante. Sin embargo reapareció aquel del cierre de la etapa. El de un fondo cargado de dudas. Carlos Castiglione mostraba problemas en la marca. Fue precisamente el hombre de la casaca número 13 el que perdió la marca de Burdisso, un hombre acostumbrado al gol, que traía un registro de seis tantos en Argentina y todos de cabeza.
Con el pitazo final la sensación que bajaba de las tribunas era la de una derrota, que los del Vasco no sumaron ni una sola unidad y a no ser que se traiga un buen resultado de la Paternal, el escepticismo ronda Victoria.
Los Penales:
No hay comentarios:
Publicar un comentario